Luego de un merecido veraneo en La Paloma, Uruguay, estoy en condiciones, muchas veces por experiencia propia, de enumerar las siguientes acciones altamente loser:
-Instalación y voladura inmediata de sombrilla. Lo revela como un inepto playero ante su pareja y ante el público en general. También podrá afrontar varias causas judiciales por los daños que su objeto volador pueda causar.
-Intento de ingreso al mar y regreso sin gloria. No es de cosacos precisamente acercarse al agua y alejarse luego ante la baja temperatura de la misma. Lo recomendable es regresar con la cabeza baja y taparse con el diario.
-Participación fallida en partido de fútbol. A veces se piensa que estar en malla y en la arena transforma a uno en deportista. Esa premisa es rápidamente desmentida luego de querer jugar a la pelota, sin poder acercarse a la misma siquiera. Lo más elegante en estos casos es simular un pique por el flanco del mar y arrojarse debajo de una ola, para alejarse de la cancha.
-Llegada a la playa con piel blancuzca. Produce la idea de que usted dejó el trabajo hace media hora. Es mejor presentarse con cierto bronceado, aunque sea obtenido en la parada del colectivo. Su correlato es padecer quemaduras varias, lo que lo catapulta hacia la categoría nabo.
-Nado poco sincronizado y rescate. Se interna en las aguas con aires de José Meolans, buscando impactar a las señoras que toman mate, pero es víctima de la corriente atlántica y llevado mares adentro. Su pulcro estilo crawl se transforma en perrito desesperado y un atlético bañero termina por rescatarlo, ante los suspiros de varias veinteañeras. Próximo verano elija montaña.
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