ESTRATEGIA DE BARES (NO SEA UN CORTADO)

TENGA PRESENCIA

Si se encuentra en un bar, sepa antes que nada que se trata de un sitio de reflexión y armonía.
Por eso trate de evitar el mal de Parkinson que lo aqueja cuando está con una persona del sexo opuesto.
Para impactar de entrada, es bueno mostrarse amigote de los mozos, cual si fuera un habitué del café.
Si el mozo insiste en ignorarlo pese a mantener levantado su brazo por varios minutos, como si reclamara un off side, o le trae el café frío, es importante que dé una muestra de autoridad, para que no piense tan prontamente que es un pusilánime.
Lo que sí, no hace falta que grite como un poseso o arroje al aire las bandejas como si fuesen freesbes.

SEDUCCION ORAL

A diferencia de otros ambientes, la mesa y las sillas propician una seducción platónica hacia su chica.
Por eso es importante que sepa manejar las palabras y los silencios, la entonación y los modos.
No se acelere demasiado queriendo contar una anécdota, porque será ininteligible y podría atragantarse con el maní, lo que tendrá lapidarias consecuencias. Eso sin contar lo aburrido de su relato.
Más que nada busque abordar temas que puedan interesar, atrapar, a la dama que tiene enfrente (la idea es que siga ahí enfrente).
Seguidamente se le brindan algunos tópicos que suelen interesar a ellas:

-El amor.
-La amistad.
-La familia.
-La pareja.
-El crochet.

Estos otros serían de menor interés para ellas:

-La mala campaña de su equipo de fútbol.
-Películas violentas de Chuck Norris.
-Problemas mecánicos de autos usados.
-Caballos ganadores en las próximas carreras.
-Técnicas para que el asado se mantenga a punto.

Estos otros les provocarán desconcierto:

-Problemas de las minorías étnicas en China.
-Lesiones graves en la alta competencia.
-Recesión económica japonesa.

En el caso de que la persona con la que quiere intimar sea excesivamente superficial, los temas de conversación se agotan notablemente. Intente adentrarse en la temporada otoño-invierno.
Si por caso el bar cuenta con televisores, no se dedique a mirar el partido de fútbol que estén transmitiendo. Ella podría sentirse menoscabada si prefiere las piernas peludas de un defensor a su rostro. Además, sabrá que le espera una relación en la que será postergada ante cualquier match de la liga holandesa.
Menos que menos, la interrumpa para gritar desaforado un gol de su equipo. Piense que seguramente ese gol será repetido 122 veces por las 18 canales que transmiten deportes.
Como quedó dicho, un bar propone un encuentro relajado, metafísico, casi filosófico.
Por ello resulta inconveniente que quiera abordar el escote que tiene delante de forma visual o directamente manual.
Además, piense que, por más que les hable, los pechos de ella no le responderán.
Podrá, sí, eventualmente tomarla de la mano, casi distraídamente, ante un momento emotivo o confesional de ella.
No parece recomendable, en cambio, pellizcarle las rodillas por debajo, o zambullirnos por encima de la mesa, buscando en forma desaforada un beso.
La mejor forma de llegar a la meta es conducirnos con mucha sutileza. Acaso deslizar un “podríamos irnos a un lugar más confortable” cuando se preste la situación.
En cambio, el ambiente no es propicio para que, a bocajarro, le proponga irse de allí para practicar varios capítulos del kamasutra, o que la desafíe a conocer “un macho de verdad” (además es posible que se quede con las ganas de conocerlo).

EL LUGAR DE LA MESA

La elección de la mesa en el bar no es un dato menor en su intención de conquistar a su dama.
En efecto, una excesiva cercanía con el exterior podrá perjudicarlo, ya que sus mejores frases serán tapadas por bocinazos, incluso insultos entre conductores de vehículos.
Si opta por una mesa cercana a los baños, el clímax que quiera crear se verá seriamente saboteado por aromas fétidos, o por comensales que abren las puertas aún acomodándose sus pertenencias.
Tampoco es conveniente elegir una mesa excesivamente expuesta a la vista de otros, ya que de producirse un rechazo de su pareja –lo que es una posibilidad concreta- será notado por todos los presentes, incluso los transeúntes.
Eluda asimismo los lugares demasiado iluminados. La tensión del momento y el calor de las luces lo harán transpirar excesivamente y deberá secarse el sudor con la servilleta o el mantel.
Lo ideal es una mesa discreta, ubicada en uno de los rincones del local gastronómico, en donde no quede expuesto a posibles negativas, y a la mirada socarrona de posibles amigos, si se encuentra en compañía de una persona de escasísima belleza.
En este último punto, debe estar atento al circuito mesa-puerta de salida.
Ese recorrido también se aplica para el caso de que la dama le confiese que nunca tuvo sexo y sólo piensa en el matrimonio.
Respecto de los baños, es fundamental que acierte a cuál de ellos entrar, ya que la moda del diseño hace que los carteles resulten sumamente confusos, cuando no ambiguos.
De equivocar de puerta, se arriesga a ser cacheteado por una voluminosa mujer, que en su ingenuidad piense que la quiso espiar (lo que nadie haría en su sano juicio).
También debería tomar en cuenta si se van a ubicar en el sector fumador o no fumador.
Si no es fumador y ella sí, una densa cortina de humo separará sus rostros y cuando acceda a besarla, sentirá que lo hace con un bucanero.
Si, por el contrario, usted es el fumador y ella no, es probable que le diga cuantos minutos menos le quedan de vida por cada cigarrillo que consume, y que no se le ocurra acercarse con dientes amarillos.
Si insiste demasiado en reprenderlo, puede recurrir a la cortina de humo para desaparecer, como David Copperfield.
Si todo sigue bien, y la dama parece atrapada por sus encantos, no lo arruine todo discutiendo con el mozo por 50 centavos de vuelto. Es más, deje 1 o 2 pesos, con gesto de filántropo.